CALIFORNICATION

Estoy fatalmente enganchado a una serie de televisión. Lo de House o lo de Prison Break se ha quedado en nada en comparación con lo que me supone Californication. A pesar de su horrible final, si le quitamos los dos últimos minutos hubiera quedado una gran serie, llena de mensaje, de filosofía, de antropología, de sociología y de análisis de una generación con la que extrañamente me siento identificado.

Fuera de que Hank sea uno de los tipos más atrayentes de las últimas series que he visto, creo que representa de forma clara la incapacidad de los que escapan de la actitud natural para vivir en formas de vidas al margen de lo social en búsqueda del éxito artístico. Los resultados suelen ser siempre los mismos, fracasados felices de ser infelices porque la felicidad les impediría regocijarse de su desgracia. Y así vamos avanzando hasta que un día te das cuenta que el determinismo educacional ha ganado la batalla a tu rebeldía individual, y que la única forma de llegar a tener el mayor número de momentos felices es reconducirte hacia lo socialmente aceptado. El problema reside en reconstruir todas las ruinas que has dejado por el camino, más cuando, una vez eres uno más, ya no puedes realizar trucos de magia.

Por otro lado, creo que esta tensión la tendrá siempre aquél que haya decidido meterse en el mundo oculto, de listezas y genialidades. Hemos de reconocer que el placer de una publicación o de algo bien presentado, ante un auditorio que no se ha dormido, es un placer de dioses. Por un momento has dejado de ser terrenal para ascender a un nivel que te hace ser admirado. El problema son los costes, la incapacidad de comprometer aquello que pueda suponer no arribar a la meta marcada. Pasan los años y te cansas, porque las reglas de este mundo no son las que esperabas y porque, al menos en mi caso, no dejo de ser uno más de los tantos que andan por ahí sin esfozarse lo suficiente en hacer que su vida sea normal.

De esta forma soy un poco como Hank, un tipo arrepentido de la falta de esfuerzo a lo largo de su vida para ser un tipo normal porque, realmente, no somos tan diferentes cuando tratamos de lo que nos hace felices. Pero ese aspecto sólo se muestra con la experiencia que te da el acercarte peligrosamente al pensamiento sartreano, y ver amenazas en toda la gente que te rodea alrededor. Por ahí no quiero ir. Quizá sea el momento de re-signarse. Quizá tengamos que esforzarnos como hace Hank. Aunque quizá para esforzarnos quizá tengamos que pasar un tiempo por el infierno de la sofisticación y lo no ordinario. Una gran serie.

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